Guía de Bajadas: Réquiem por Las Mesitas
El aviso llegó intempestivamente. “Las Mesitas comunica a su distinguida clientela que cumplió su ciclo y se despide hasta siempre, Gracias por todo.”, rezaba un cartel en la puerta. Justo habíamos pasado por ahí hacía unos pocas horas nada más y todo era como siempre, como detenido en el tiempo. Así era en Las Mesitas donde al cruzar el umbral de la apurada calle Grau en Barranco, uno pasaba a sentarse a una máquina del tiempo en el siglo pasado y, todavía, para degustar de una cocina de siempre y de clásicos en extinción, por ejemplo, en postres: bienmesabe, ranfañote, cocada a la olla, bola de oro, dulce de camote, camotillo, revolución caliente… y hasta se podían encontrar humitas dulces trujillanas y, también, otros tipos de humitas más.
Este era uno de los pocos lugares donde se podía encontrar el clásico champú calientito, el tradicional, que es una especie de mazamorra en base a maíz pelado, piña, hojas de naranja, ámbar y almíbar de chancaca. Deleite de tiempo y buen sabor, con bastante cariño, porque no solo las porciones eran dadivosas, también el precio era muy cómodo. Las Mesitas era democracia, escenario para todos, grandes y chicos, sea a la hora del menú o como para un buen gusto a cualquier hora; el único altillo estaba en la caja, como debe de ser, siempre en alto por las manos largas. Qué pena hablar en pasado de un buen lugar y mejor ambiente. Y devolviéndoles los agradecimientos con los que el local se excusa, nosotros, los comensales, también les respondemos: Gracias totales, Las Mesitas!!
Pero como los peruanos somos dulceros de toda la vida. Es tanta la variedad y abundancia de nuestra repostería que tenemos postres para cada gusto, simples y elegantes, monacales, hogareños, de esquina de barrio, de mercado, regionales, de pastelería fina, de panadería, de a la salida de estadio o del teatro, de bus interprovincial y algunos de nostalgia, así como esos en peligro de extinción. Felizmente, de estos últimos aún quedan algunos huecos y dulcerías de antaño guardando y respetando la tradición, con esos dulces donde no hay dietas ni modales, como la dulcería Santa Rosa cerca al mercado de Magdalena (donde hay diferentes mazamorras, pie de limón como de la abuela, suspiros, leche asada, etc.) y, más allacito, está el Ítalo de siempre (que acaba de abrir local en Callao Monumental, para seguir probando los merengues y turrón de doña Pepa todo el año, etc.), entre otros altares de dulce sabor. Seguiremos visitando nuevos espacios y probando más postres de toda la vida, porque con un dulce no puede haber mala noticia. Y para ti, ¿cuál es tu dulcería de siempre?